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jueves, 31 de julio de 2025

Biografías: Abel-Dioclecio Bravo Carrasco

Con esta biografía comenzamos una sección del blog dedicada a personas distinguidas en la localidad por la huella que dejaron o que siguen dejando en la actualidad. Es una manera de reconocer el legado de estas personas y que espero que fomente la participación en el blog de amigos y familiares de esas personas con pequeñas biografías y relatos de ellos.


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Abel Bravo Carrasco nació el 11 de mayo de 1923 en Huecas, y murió en Toledo el 3 de marzo de 2010. También conocido como Dioclecio, segundo nombre que le puso su padre por su tendencia a buscar nombres de la antigua Grecia para sus hijos. Hijo de Isidro Bravo y de Pura Carrasco, vivió su primera juventud en medio de la guerra civil que asoló el país. Recibió una educación conservadora. Con sólo dieciseis años participó en el desfile de la victoria de Madrid..

 

Descendiente de una preciosa historia de amor entre sus bisabuelos maternos: Darío Lázaro-Carrasco y Nicomedes Morales. Él era de Bargas y llegó a Huecas destinado de maestro a principios del siglo XIX; se enamoró de Nicomedes, y lo dejó todo para quedarse con ella en el pueblo. Se casaron en 1844.

 

En su juventud era quien llevaba “las cuentas” de las tierras de la familia. Vivía entre el pueblo y Madrid, donde estuvo cuatro años de servicio militar en El Pardo, y donde hizo un grupo grande de buenos amigos. Se casó en 1959 con Carmen, hija de un maestro destinado en Huecas en la década de los 50,  Andrés Losa Petite. Tuvo tres hijos, Jorge Juan, Coral y Santos. A partir de su boda se dedicó al campo, una de sus grandes pasiones.

 

Otra de sus grandes pasiones era Marjalea y ese horizonte castillo que maravilla cualquier mirada; y sentía un amor especial por los caballos, afición heredada de su padre, en cuya casa siempre había un caballo blanco. El último caballo que tuvo, Astro, le sobrevivió apenas unos meses. Murió de pena al perderle.

 

Fue un gran autodidacta, aprendió música y guitarra en plena guerra civil, por correspondencia, porque era imposible de otro modo. Gran amante de la historia, consiguió una colección de piedras y herramientas del paleolítico y neolítico, que encontraba en la tierra. Esculpía en piedra y madera, escribía, y dibujaba, sin buscar ningún beneficio en ello, sólo por la necesidad y el disfrute al hacerlo. Para él era como respirar. En esencia era todo un artista, incapaz de vivir sin crear. Si en su juventud su interés se centraba en hacer viñetas y en dibujar según le dictaba su imaginación, en sus últimos años se dedicó a escribir su vida, su historia y sus vivencias.

 

Un buen ser humano en el que no cabía la maldad. Su lema de vida era “vivir y dejar vivir”. Gran amante de su pueblo, tuvo alguna buena oportunidad laboral a lo largo de su vida, que siempre rechazó porque quería vivir en su tierra. A pesar de ser persona muy discreta y nada sectaria, siempre amó a su pueblo y a sus gentes.

 

Sin duda, fue alguien muy digno de ser recordado.

 

Con amor, de su hija.





Abel-Dioclecio Bravo Carrasco con Astro, uno de sus caballos.


Abel-Dioclecio Bravo Carrasco en caballo.

Abel-Dioclecio Bravo Carrasco en Marjalea.



Selección de dibujos que realizaba en sus cuadernos.

































































Fuentes

  • Coral Bravo. 


Todas las imágenes son de la familia Bravo Losa, propietarias de sus derechos. No está permitido su uso.

Nota:

 

- Por favor, si copias, no me importa pero cita el blog https://laplaniza.blogspot.com 

www.robertofelixgarcia.es





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