Versión del artículo publicado en el libro de Fiestas de Santa Eugenia (Huecas, 2010). Más información en "El retablo mayor de Huecas. Historia y presente" (2012) y Presentación del Libro y de la Restauración.
Existió uno anterior al que conocemos hoy. De este primer retablo existen referencias que apuntan la intervención de Bernardino Bonifacio y Juan Bautista inicialmente. Posteriormente de Tovar y Linares. Así como de Juan Ruiz de Castañeda, Juan González y Juan de Villa. Con todos ellos parece haber pleitos por no llevarse a cabo por la falta de dinero, con lo que no podemos llegar a definir si llegaron a ejecutar trabajo alguno.
Tiene que alcanzarse el año 1633 para poder ver una actitud decidida por realizar el retablo, ya en manos de Joseph de Ortega (ensamblador) y Gonzalo Morín (pintor) por una cuantía de 10.112 reales. Como así lo evidencian los pagos en la visita eclesiástica de 1635 y en la de 1639, fecha en la que es asentado. Los pagos se suceden hasta 1645, fecha de la última paga. En este mismo año y siguientes, existen pagos por unas imágenes para el retablo de Juan González de Batres.
De 1718 a 1720 dos causas parecen poner fin a este primer retablo. La primera, se achaca a su antigüedad, parece que la madera está carcomida. Sin embargo, éste no es viejo, no llega a los 80 años de vida. La segunda, la situación de inferioridad o insuficiente categoría, que este retablo ahora tiene para el altar mayor, en que ha quedado tras la colocación del nuevo retablo del Niño.
La primera noticia del segundo retablo, y actual, se encuentra en un mandato de la visita de 1722. En la de 1724 aparecen los primeros pagos, que son por fijarlo, por las escrituras, por licencias y pagos iniciales a Alphonso Fernández Cañaveral por los 13.000 reales en que se ajustó la obra.
En esta misma visita un mandato ordena echar tres pinturas de buena mano, la una en la coronación del retablo que demuestre el bautismo de Cristo en el Jordán. Y las otras dos en el primer cuerpo. En la siguiente visita de 1727 se suceden los pagos a cuenta del retablo, destaca el de 710 reales, dice así “del coste de las pinturas que se hicieron para el retablo que se expresa en la partida antecedente, que una es del Bautismo y Nacimiento del Bautista, y Anunciación a Zacarías…”.
La primera intención de dorarlo se recoge en la visita de 1734, se recuerda en siguientes y no se lleva a cabo hasta 30 años después, en 1774, por la falta dinero. La visita de 1776 nos muestra que se recurrió a un préstamo de 3.000 reales dado por Luis Ximénez de Arellano, vecino de Fuensalida. Y a continuación, una serie de pagos por unos trabajos de carpintería, de celebración (con dulzaina, tambor y danzantes), derechos de escribano, del dorado de Ignacio Martín (que se ajustó en 12.000 reales) y otras cosas de talla, por una mesa de altar a la romana a Manuel Antonio Blanco y unas barandillas a Luis Iglesias. Todos los artistas, maestros de la ciudad de Toledo.
Cabe destacar que hubo un litigio por el sobre coste del dorado. Así como que, los 12.000 reales de vellón se debían de pagar a plazos, 6.000 por los vecinos de este pueblo y los otros 6.000 por esta iglesia, y sus rentas, además de “facilitar al maestro las maderas y más materiales para los andamios”.
No consta que la tropa francesa provocara daños en la parroquia durante la Guerra de la Independencia. Desgraciadamente, nos tenemos que remontar a la Guerra Civil, durante el verano de 1936 se destruyeron todos los altares, a excepción del retablo mayor, junto a imágenes y ropas de culto. Los daños más notables fueron en su parte baja, en el zócalo y algún desperfecto en los cuadros, destruyendo la mesa de altar, gradería, sagrario, tabernáculo y expositor o cascarón.
Finalizada la guerra, estos daños son reparados intentando imitar en parte lo que hubo, sin recuperar el expositor. A partir de la década de los 70 del pasado siglo, ya muy pasado el Concilio Vaticano II (1959), con el fin de celebrar la liturgia eucarística frente al pueblo, y no a sus espaldas, Pablo Mansilla coloca la mesa de altar por delante del retablo, junto a las gradas. Desde este momento, la colocación y modificaciones de las mesa son continuados. Durante el cargo de Manuel Homar se retira la barandilla. Que tras años en “la Gitanilla” (antiguo alholí o granero de la parroquia), ahora está colocada en el cementerio anexo. En 1997, con Jesús Jiménez de párroco, Carpintería Dimar y la empresa de restauración ARA restauran el zócalo, marmolizándolo. Con Juan Alberto Ramírez de párroco, aprovechando las obras del solado se marmoliza la parte central que rodea al sagrario y se coloca éste suspendido sobre una palomina de forja. Asimismo se retiran los hierros que soportaban las cortinas con las que se cubría el retablo en la Semana Santa de acuerdo al oficio de tinieblas.
Para finalizar damos una descripción de éste. Los inventarios de 1772, 1911 y 1928 lo describen a lo largo de los tiempos. No obstante, nos vamos a valer de las palabras de Julio, nuestro alcalde, en “Huecas. Arqueología, Historia, Arte” por su buen excelente representación.
El autor trabajó el retablo en un barroco valiente, sustituyendo las consabidas columnas salomónicas por estípites ricamente ornamentados. La máquina tiene un cuerpo principal y tres calles. Sobre las calles laterales están dos blasones con la cruz de la orden de San Juan, cuya función es meramente decorativa, no jurisdiccional, ya que este pueblo nunca perteneció a tal orden de caballería.
En la calle central, aparte de la hornacina donde se ostenta la imagen del titular de la parroquia, hay un ático que muestra un lienzo con el tema del Bautismo de Cristo. En él se aprecian claramente las figuras de San Juan, vestido con pieles y también el típico manto rojo símbolo del martirio con que es representado por numerosos artistas, derramando en medio del río Jordán el agua de la vida nueva a Jesucristo. Con las manos cruzadas sobre su pecho y de rodillas en actitud de recogimiento interior, está casi desnudo, sólo cubierto por el paño de pureza anudado en su parte trasera. El padre es representado simbólicamente desde unas nubes, enviando el Espíritu Santo sobre su Hijo amado. Toda la escena está rodeada por ángeles que observan todo lo que acontece.
En el banco, debajo de las hornacinas laterales, se hallan dos pinturas de dimensiones más reducidas. En el lado de la epístola se reproduce el momento cuando San Zacarías, padre de San Juan, está incesando en el templo de Jerusalén y en el mismo momento se le aparece un ángel del Señor, comunicándole que su mujer, a la que llamaban estéril, concebirá un hijo a quién pondrá por nombre Juan.
En la segunda pintura al lado del Evangelio se muestra el Nacimiento de San Juan, donde su madre Santa Isabel está postrada en la cama y es atendida por dos mujeres. La Virgen María tiene sobre su regazo al niño precursor de su hijo, quien la mira fijamente a los ojos. En esta escena aparece también San Zacarías, leyendo un libro sagrado por su condición de sacerdote del templo del Señor.
Retablo mayor de la iglesia parroquial de Huecas.
Noviembre de 2010.
Retablo mayor de la iglesia parroquial de Huecas.
2012.
Nota:
- Por favor, si copias, no me importa pero cita el blog https://laplaniza.blogspot.com
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